Navegando las Tormenta de la vida

Por Cary Palmon

Pablo estaba siendo llevado a Roma como prisionero cuando una gran tormenta golpeó el barco en el que viajaba. Esta tormenta no fue causada por él, sino fue debido a la decisión de otros. A pesar de la advertencia de no zarpar dada por Pablo, el centurión y el capitán del barco la ignoraron. A consecuencia, se encontraron en medio de una terrible tormenta que amenazaba sus vidas. Puedes leer esta historia en Hechos 27 y 28. 

Podemos aprender mucho de Pablo y su reacción en medio de esa tormenta.

Él perdonó a los responsables. Pablo no guardó resentimiento contra aquellos que ignoraron su advertencia; en cambio, los animó y los guió con esperanza. 

No permitió que la tormenta robara su fe. Aunque la tormenta duró muchos días y todos perdieron la esperanza, Pablo confió en la promesa de Dios de que nadie moriría.

Dios no estaba ausente. Aunque todo parecía perdido, Dios le habló a Pablo a través de un ángel para recordarle que Él estaba con ellos y los salvaría. 

¿Cuál era el plan de Dios? Él pensó que si Dios no detuviese la tormenta, Él le daría fuerzas para nadar. Dios no calmó la tormenta sobrenaturalmente pero sí preservó la vida de todos y les permitió llegar a la orilla, algunos nadando y otros agarrados de tablas y restos del barco.

En medio de la tormenta, Pablo tomó pan, dio gracias a Dios y comió, fortaleciendo su espíritu y el de los demás. 

Pablo se aferró a lo que le quedaba y no a lo que perdió. Aunque el barco fue destruido, todos llegaron sanos y salvos a la isla de Malta, donde Dios usó a Pablo para hacer milagros y predicar el Evangelio (Hechos 28:1-10).

Tal vez tú al igual que Pablo te encuentras navegando a través de una tormenta. Y no importa qué tormenta estés enfrentando, Dios sigue en control. Puede que la tormenta no se detenga, pero Él te dará la gracia y la fortaleza para llegar a la otra orilla.

¡Confía en Él!

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